El tan famoso y demonizado, es un alimento de gran valor nutricional que puede ayudar a deportistas y personas activas a seguir una alimentación correcta.
Contiene proteínas de elevada calidad, ácidos grasos muy favorables desde el punto de vista cardiovascular, vitaminas y minerales implicados en el metabolismo energético y proteico, en la defensa ante el estrés oxidativo e inflamación, en el metabolismo y en el crecimiento y reparación de tejidos.
Uno de los MITOS más extendidos es la creencia de que es mejor desechar las yemas, por su elevado contenido en colesterol, y consumir solo las claras, porque es en estas en las que se encuentra la proteína del huevo. Por un lado, el colesterol dietético tiene solo una mínima influencia sobre los niveles de colesterol sanguíneo, y el consumo de huevo de manera equilibrada no se asocia a un mayor riesgo cardiovascular. Pero por otro, la proteína del huevo no se encuentra solo en la clara, ya que un 40% aproximadamente se localiza en yema junto a numerosos nutrientes, y algunos en mayor cantidad que en la clara. Por ejemplo, las vitaminas A, D, E, y K, Calcio, Hierro, Zinc; entre otros.
Otro MITO relacionado a este superalimento, es la terrible recomendación de consumirlo crudo. El calor (la cocción) desnaturaliza las proteínas del huevo haciendo que sean más fácilmente digestibles y también inactiva factores que limitan su absorción. Y, en tercer lugar, debe manipularse adecuadamente para que sea un alimento SEGURO y evitar contaminaciones microbianas, lo que se consigue entre otras cosas, con el cocinado correcto.
Es conveniente desterrar este tipo de mitos. El consumo de huevo en cantidades MODERADAS y manejado adecuadamente para que sea un alimento seguro, contribuye al seguimiento de una alimentación equilibrada y sana.
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